Alimentación y salud mental
17 de noviembre de 2023
Durante mucho tiempo se ha llevado a cabo una lucha importantísima en torno a la desnutrición y la inadecuada alimentación, sobre todo en México, donde se tiene uno de los primeros lugares al respecto; sin embargo, dicha lucha va de la mano de la salud mental.
En los últimos años se ha descubierto a partir de amplias investigaciones científicas que la alimentación tiene un impacto relevante en torno a la salud mental, los procesos cognitivos y, claro, en los trastornos directamente relacionados, como la anorexia o la bulimia. Es importante recalcar que anteriormente se tenía desconocimiento de dicha relación directa, pero que cada vez cobra una mayor importancia en la salud pública.
Se han encontrado estudios que relacionan la ingesta de minerales y vitaminas como apoyo a tratamientos psicológicos contra la depresión. Además, existe la posibilidad de que proteínas como el omega-3 sean “comparables” con ciertos antidepresivos, lo que propicia mejoras o prevención de trastornos como la ansiedad o depresión.
Más allá de la relación entre los alimentos y los tratamientos, no debe obviarse la importancia que tiene la alimentación en los niños, sobre todo cuando se debe tener en cuenta que la atención y los procesos de aprendizaje pueden ser afectados debido a una mala nutrición. Además, existen periodos a lo largo del desarrollo del niño en los cuales se consolidan habilidades importantes y, como se ha dicho en los últimos años, la neuroplasticidad es clave en éstos.
No podemos dejar de lado que la alimentación es un pilar importante que previene algunas enfermedades crónico-degenerativas, sobre todo en los adultos mayores, donde la demencia se hace presente con mayor frecuencia y ciertamente se puede prevenir a partir de una ingesta balanceada.
La salud mental abarca los aspectos que van desde la vida comunitaria hasta la vida personal, que a su vez generan impacto en cómo actuamos y percibimos nuestro cuerpo y nuestra salud. De la misma manera en que la alimentación puede ser un indicador de salud física, ciertos trastornos mentales se relacionan con la alimentación, por ejemplo, bajar y subir de peso son indicadores importantes de diagnóstico.
Por ello es clave promover espacios de reflexión en torno a lo que consumimos y sus efectos en tanto en la salud física como emocional y mental.
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