En todo el mundo, tirar comida es un gran problema que afecta al medio ambiente y a nuestra economía. Vamos a explorar cómo esto nos afecta. La producción de alimentos utiliza muchos recursos naturales, como tierra, agua y energía. Cuando desperdiciamos comida, estamos desperdiciando estos recursos. Además, cuando la comida no se usa y se tira en basureros, produce gases que dañan nuestro clima. Necesitamos entender cómo este desperdicio afecta a nuestros entornos locales y al planeta en general.
Desde que los agricultores cultivan los alimentos hasta que llegan a nuestras mesas, hay muchas etapas en las que se puede desperdiciar comida. Prácticas agrícolas no eficientes, problemas en el almacenamiento de alimentos y fechas de vencimiento estrictas contribuyen al desperdicio. Al mirar cómo estos problemas se suman, podemos encontrar maneras de mejorar. El desperdicio de comida no solo es malo para el medio ambiente, también afecta a nuestras billeteras. Los agricultores pierden dinero cuando no pueden vender toda su cosecha, y los consumidores también pierden dinero cuando compran comida que luego no utilizan. Necesitamos entender cuánto nos está costando este desperdicio en términos de dinero.
Para resolver este problema, debemos buscar soluciones innovadoras. Mejorar la forma en que se almacena la comida, usar aplicaciones para reducir el desperdicio y educar a las personas son algunas formas de hacerlo. Podemos imaginar un futuro en el que la forma en que obtenemos y usamos alimentos sea más sostenible y eficiente. Al comprender mejor las consecuencias del desperdicio de alimentos, podemos tomar medidas para hacer las cosas de manera diferente. Si trabajamos juntos en esto, no sólo ayudaremos al planeta, sino que también crearemos sistemas alimentarios más eficientes y justos para todos.
Una investigación de la Guardia Civil desencadena en el hallazgo de una banda Sevillana que se dedicaba a sustraer grandes cantidades de aceituna para sacar beneficio debido al encarecimiento de este producto. Inicialmente se trataba de una investigación para detener a una banda responsable del hurto de varias instalaciones de cobre pero acabaron por sorprenderse al hallar grandes cantidades de esta materia prima.
Las autoridades llegaron a un centro de compraventa de Pilas, en el que la banda acudía a altas horas de la noche para entregar la mercancía. “Nos sorprendió mucho que cuando al día siguiente fuimos al almacén no encontráramos ni rastro del traslado de esas aceitunas en la actividad diaria”, explican fuentes cercanas a la investigación. “Ignorábamos que las había metido en salmuera”, añade. Porque ese era el mecanismo que utilizaba el propietario para ocultar la mercancía clandestina que iba acumulando proveniente de robos de olivares en toda la provincia de Sevilla y también de parte de Huelva, según señalan las mismas fuentes.
Esa primera fase de la investigación se saldó con la detención el pasado mes de septiembre de los ocho componentes de la banda que se dedicaba a saquear las explotaciones agrícolas. Poco después, los investigadores entraron en la nave para inspeccionarla. Allí hallaron 374 bidones de aceituna aderezada con un total de 73.350 kilos, una cantidad que según la Guardia Civil tendría un valor aproximado de medio millón de euros
Para leer más información con respecto a esta noticia haga clic en el siguiente enlace: https://elpais.com/espana/2023-10-06/incautadas-74-toneladas-de-aceitunas-robadas-en-plena-cosecha-y-con-el-precio-disparado.html
El arte y la literatura son dos formas de expresión humana que a menudo se inspiran en los alimentos, ya sea como tema, símbolo o metáfora. Los alimentos pueden representar la cultura, la identidad, la memoria, el deseo, el conflicto, la abundancia o la escasez, entre otros aspectos de la vida. A lo largo de la historia, muchos artistas y escritores han utilizado los alimentos para crear obras maestras que nos hacen reflexionar, sentir y saborear el mundo.
Pinturas como «El almuerzo de los remeros», de Pierre-Auguste Renoir o «La última cena», de Leonardo da Vinci, posiblemente la obra de arte relacionada con los alimentos más famosa.
También hay obras literarias muy conocidas, como «Como agua para chocolate», de Laura Esquivel, que es una novela que combina el realismo mágico con el romance y la gastronomía o «El festín de Babette», de Isak Dinesen. Es un cuento que narra la historia de Babette, una refugiada francesa que llega a un pueblo de Dinamarca y se convierte en la cocinera de dos hermanas solteronas. (Muy interesante este último que me lo estoy leyendo) 😉
El impacto de la alimentación en la salud cerebral es un tema de creciente interés en la comunidad científica. La relación entre lo que comemos y cómo funciona nuestro cerebro es compleja, pero esencial. Como el resto de órganos, depende de una correcta alimentación y, al igual que esta puede ser beneficiosa para su mantenimiento, existen alimentos que pueden tener justo el efecto contrario.
Un cerebro bien nutrido desarrolla mejor sus capacidades, incluyendo la concentración, la memoria, la motivación y la realización de actividades sensoriomotoras. Los neurotransmisores, como la serotonina, también juegan un papel crucial en el ajuste del estado de ánimo y el nivel de energía, y su producción depende de la dieta, especialmente de la ingesta de aminoácidos como el triptófano, presente en hidratos de carbono complejos. Además, los antioxidantes, que ralentizan el proceso degenerativo de las neuronas, son esenciales para combatir los radicales libres que pueden debilitar las sinapsis y la comunicación celular. Estos antioxidantes se encuentran abundantemente en los vegetales.
Es probable que muchos de los alimentos que no hacen nada bueno a tu memoria estén en tu dieta, porque son accesibles y del día a día, y no seas consciente del impacto que puedan tener. Uma Naidoo, directora de Psiquiatría Nutricional en Harvard y autora del libro ‘This is your brain on food’ (Lo que la comida le hace a tu cerebro), subraya la importancia de ciertos nutrientes en la mejora de la concentración y memoria. Ácidos grasos omega-3, flavonoides, y vitaminas como B12, E y K, son vitales para la salud cerebral. Alimentos como las verduras de hoja, mariscos, judías y nueces, ricos en estos nutrientes, son particularmente beneficiosos.
Sin embargo, no todos contribuyen positivamente a la salud del cerebro. Por eso, la experta advierte sobre cinco tipos de alimentos que pueden perjudicar la concentración y memoria. Su recomendación es moderar su consumo, ya que eliminarlos completamente de la dieta puede ser complicado. «Algunos estudios actuales mantienen la idea de que podemos reducir la posibilidad de demencia evitando ciertos alimentos que comprometen a nuestras bacterias intestinales y debilitan nuestra memoria», explicó en una columna para CNBC. Estos son algunos de ellos:
1- Aceites industriales
2- Azucares añadidos
3- Ultraprocesados
4- Frituras
5- Alcohol
6- Edulcorantes artificiales
Para saber más sobre esta información, acudir al siguiente enlace: https://www.elespanol.com/ciencia/nutricion/20231111/alimentos-destrozando-memoria-harvard-habituales-espana/808669488_0.html
Bienvenidos a nuestro rincón culinario, donde exploraremos el fascinante mundo de la conexión entre la comida y la memoria. ¿Alguna vez han probado un platillo que los transporta instantáneamente a un recuerdo específico? En este artículo, nos sumergiremos en la deliciosa travesía sensorial que nos lleva de vuelta a momentos especiales de nuestras vidas. La magia de la conexión entre la comida y la memoria reside en nuestros sentidos. Más allá del simple acto de comer, los aromas y sabores despiertan recuerdos en nuestro cerebro, creando un vínculo directo con experiencias pasadas. Es como un retorno a lo conocido, una puerta abierta a vivencias que creíamos olvidadas. Esta conexión va más allá del gusto; involucra todos nuestros sentidos. Desde el aroma evocador hasta la presentación visual, cada elemento sensorial contribuye a la construcción de recuerdos.
Un solo bocado puede desencadenar una sinfonía de sensaciones que nos transportan a momentos y lugares que atesoramos en nuestra memoria. Algunos alimentos actúan como auténticos tesoros nostálgicos. Ya sea el sabor del pan casero que nos lleva de vuelta a la infancia o el postre especial compartido con seres queridos, estos platos van más allá de satisfacer el hambre; nos conectan con nuestras raíces y nos reviven momentos que recordamos de nuestra historia personal.
Los platos tradicionales asociados con celebraciones y momentos importantes se convierten en portadores de la identidad cultural. En este delicioso viaje a través de los sabores que despiertan recuerdos, hemos explorado la riqueza de nuestras experiencias sensoriales. Cada platillo es más que una simple mezcla de ingredientes; es una historia, una conexión con nuestro pasado. La próxima vez que se sientan cautivados por un aroma familiar o el sabor de un plato querido, recuerden que están saboreando más que solo comida: están disfrutando de un capítulo en la historia de sus vidas. ¡Buen provecho y buenos recuerdos!
La idea de echar insectos al plato ha estado sonando fuerte últimamente, y no es solo por su rollo nutricional, sino también porque son eco-friendly. Este artículo explora qué onda con el valor nutricional de los insectos, y si en verdad podrían volverse parte de nuestra dieta diaria. También, le metemos ficha a cómo la cultura y unos cuantos retos podrían hacer que nos tiremos para atrás en comer insectos. Resulta que los insectos son como los súper héroes de los nutrientes. Proteínas, grasas saludables, vitaminas y minerales, ¡todo en un paquete chiquitito! Algunas especies, como grillos y larvas de escarabajos, tienen aminoácidos esenciales, haciéndolos una opción densa en nutrientes y que los insectos superan a las fuentes de proteínas normales.
Criar insectos no ocupa tanto espacio ni recursos como la ganadería tradicional. Además, emiten menos gases malos y son como máquinas eficientes de conversión de comida. Básicamente, podrían ser la respuesta para enfrentar los retos de comida y sostenibilidad que le dan batalla a nuestro planeta. Aunque los insectos sean la bomba en lo nutricional y ecológico, hay que lidiar con el hecho de que mucha gente no se siente cómoda comiéndose insectos. En varias culturas, la idea de comer insectos tiene su propio combo de tabúes y prejuicios alimentarios. Para superar estas barreras, necesitamos cambiar poco a poco la percepción cultural y darle a la gente clases de por qué esto es bueno.
Los alimentos transgénicos son aquellos que han sido modificados genéticamente para mejorar alguna de sus características, como el rendimiento, la resistencia a plagas, la calidad nutricional o el sabor. Estos alimentos se obtienen mediante la introducción de genes de otras especies en el ADN de las plantas o animales que se quieren modificar.
Los alimentos transgénicos son una realidad en el mercado desde hace más de dos décadas, y se estima que alrededor del 70% de los productos que consumimos contienen algún ingrediente transgénico. Sin embargo, su uso sigue generando controversia y debate entre los consumidores, los productores, los científicos y los gobiernos.
Los defensores de los alimentos transgénicos argumentan que estos ofrecen ventajas como la reducción del uso de pesticidas, el aumento de la productividad, la mejora de la seguridad alimentaria y la diversificación de la oferta. Además, afirman que los alimentos transgénicos son seguros para la salud humana y el medio ambiente, y que están sometidos a estrictos controles y regulaciones.
Los detractores de los alimentos transgénicos, por el contrario, sostienen que estos implican riesgos como la pérdida de biodiversidad, la contaminación genética, la dependencia de las multinacionales, la disminución de la soberanía alimentaria y la aparición de alergias o enfermedades. Asimismo, cuestionan la fiabilidad de los estudios que avalan la inocuidad de los alimentos transgénicos, y reclaman el derecho a elegir y a estar informados sobre lo que comen.
En conclusión los consumidores deberían estar informados de los alimentos transgénicos ya que es algo que puede afectar directamente a nuestra salud.
Desde que el mundo es mundo, la cocina ha sido como el Picasso de los fogones, un rollo cultural que va más allá de solo llenar el estómago. Pero mira, en estos tiempos modernos, hay una cosa nueva en la cocina: están juntando la ciencia con el arte culinario. Los chefs de hoy, en su búsqueda de la perfección y la innovación, se están poniendo sus batas de científicos locos y transformando la cocina en un laboratorio de sabores y texturas. Ahora, una de las cosas más alucinantes de esta mezcla es la gastronomía molecular. En lugar de irse por lo tradicional, estos chefs están experimentando con cosas como gelificación, espuma, esferificación y otras cosas innovadoras que suenan a nombre de fórmulas secretas. El rollo de la temperatura también está a otro nivel. Imagínate cocinar algo envasado al vacío a temperaturas precisas durante horas y horas. Eso es el sous-vide, y gracias a la magia de la transferencia de calor, los chefs están sacando texturas y jugosidades que son como el súper poder secreto de la cocina.
Hasta la física está metida en el juego, especialmente cuando se trata de presentar los platos. La forma en que colocan cada cosita en el plato es como si estuvieran calculando la trayectoria de un cohete. Es decir, visualmente, quieren que te explote la cabeza. Esta mezcla de ciencia y arte no solo ha cambiado cómo vivimos la experiencia de comer, sino que también ha hecho que entendamos más los rollos de la cocina. Ahora, los chefs no solo son másters del sabor, sino científicos creativos que rompen las reglas y llevan la cocina más allá de lo imaginable. Al final, esta fiesta de ciencia y arte en la cocina no solo muestra cómo la gastronomía evoluciona siempre, sino que te invita a un viaje sensorial donde la creatividad y la precisión se juntan para crear momentos en la boca que no se olvidan ni en sueños.
Resulta que la relación entre la comida y la identidad de género es un rollo emocionante para estudiar. Revela cómo las percepciones culturales y sociales se mezclan con lo que comemos. A lo largo de la historia, las reglas de género han dejado su marca en cómo la gente decide qué comer y cómo lo prepara. Por lo tanto, voy a explicar cómo la comida y la identidad de género son como pan y mantequilla, y cómo los estereotipos de género han metido su cuchara en nuestras decisiones alimenticias a lo largo del tiempo.
Desde críos, nos dan roles específicos sobre la comida según el género. Esto construye la relación entre lo «masculino» y lo «femenino» en términos de lo que se come. Las expectativas culturales mandan en la elección de alimentos, cómo cocinamos y hasta cómo disfrutamos de las comidas. Vamos a hincarle el diente a los estereotipos alimenticios alrededor de hombres y mujeres. Desde la idea absurda de que las mujeres solo deben comer ensaladas para mantenerse delgadas hasta la noción de que los hombres deben comer proteínas como para construir músculos. Pues te contaré cómo estos estereotipos afectan nuestras elecciones alimenticias y cómo vemos la identidad de género.
Además, vamos a ver cómo algunas comunidades han usado la cocina como arma secreta de resistencia y empoderamiento. Desafiando esos roles de género preestablecidos como unos jefes. Esto nos lleva a la pregunta de cómo ciertos movimientos culinarios han chocado contra las expectativas de siempre y han impulsado esa igualdad de género. No nos olvidemos de las identidades de género que no encajan en la típica caja. Las personas no binarias o fluidas también tienen su rollo en lo que comen y cómo la sociedad los ve. Queremos entender de manera inclusiva cómo la comida y la identidad de género son como dos amigos que siempre andan juntos.
La fermentación es un proceso que transforma alimentos mediante la acción de microorganismos, ha sido una práctica esencial en la preparación de alimentos en todo el mundo. A lo largo de la historia, diversas culturas han perfeccionado métodos únicos de fermentación, contribuyendo a la riqueza y diversidad de la gastronomía global. En este artículo, explicaré algunos de los fascinantes métodos de fermentación utilizados en diferentes culturas y cocinas.
En primer lugar, Kimchi Coreano: En Corea, el kimchi es un plato representativo que ha sido fermentado durante siglos. Esta preparación utiliza la fermentación láctica, donde las hortalizas, comúnmente repollo chino y rábanos, se sumergen en una mezcla de sal, ajo, jengibre y pimientos rojos antes de someterse a un proceso de fermentación. El resultado es un acompañamiento picante que forma parte de la dieta coreana. En segundo lugar, Sauerkraut Alemán: En Alemania, el sauerkraut es una fermentación clásica de col. En este caso, la col se corta finamente y se fermenta en sal, creando un sabor agrio que se ha convertido en un ingrediente esencial en la cocina alemana. Además de su sabor distintivo, el sauerkraut también aporta beneficios a la dieta.
En tercer lugar, Tsukemono Japonés: En Japón, el tsukemono es una variedad de encurtidos que utiliza métodos de fermentación para preservar y realzar los sabores de los vegetales. Desde el nabo hasta el pepino, los japoneses han perfeccionado la fermentación en arroz de sake para crear estos deliciosos acompañamientos que complementan los platos principales.
En cuarto y último lugar, Tepache Mexicano: En México, el tepache es una bebida fermentada a base de piña, azúcar y cáscara de piña. La fermentación natural convierte estos ingredientes en una bebida con un sabor refrescante y ligeramente alcohólico. El tepache es un ejemplo de cómo la fermentación no se limita solo a alimentos sólidos, sino que también puede aplicarse a bebidas.
Tepache